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Gianni Amelio • Director

“Necesitamos ternura para deshacernos del ansia”

por 

- El multipremiado cineasta Gianni Amelio habla de su nueva película, La tenerezza, estrenada a escala mundial en el Bif&st de Bari

Gianni Amelio • Director

Una historia de sentimientos inquietos entre padres e hijos, hermanos y hermanas y maridos y mujeres ambientada en una Nápoles inédita, en la que el bienestar puede tornarse tragedia y los inmigrantes constituyen el trasfondo de la vida cotidiana constituye el núcleo de La tenerezza [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Gianni Amelio
ficha de la película
]
, la nueva película de Gianni Amelio, estrenada a escala mundial en el Bif&st de Bari el 22 de abril, dos días antes de su distribución en cines en Italia de la mano de 01.

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Cineuropa: La cinta arranca y concluye con el proceso a un presunto terrorista. La figura del extranjero aparece en varias ocasiones y bajo diferentes formas. ¿Qué imagen quería dar de ello?
Gianni Amelio:
La de algo que está cerca de nosotros y de lo que a menudo estamos precavidos sin entender por qué. En la escena más significativa en este sentido, hay un gesto físico de rebelión a cargo de Elio Germano, cuando el vendedor de baratijas se acerca para ofrecerle un mechero. Si estás sentado en un bar, puede ocurrir que pasen por allí veinte en apenas una hora y aún cuando tienes voluntad de ayudarlos, no puedes hacerlo con todos porque no es justo desde un punto de vista político: no resuelve el problema de la presencia de inmigrantes en nuestro país y en Europa. No quería trazar un cuadro pintoresco de nuestra sociedad sino uno que profundiza en las motivaciones de los personajes y de nosotros, los espectadores. Opté por presentar, por una parte, a una protagonista (Giovanna Mezzogiorno) que trabaja como traductora de árabes, trabaja con árabes y se huele cosas y, por otro lado, nuestra vida de todos los días con un problema que la política debe resolver de alguna manera.

¿Qué es la ternura que da título al film, a su parecer?
Todavía no sé si es un sentimiento o un gesto. El título me vino a la cabeza pensando en el final, en la testarudez con que el personaje de Elena trata de sacarle un gesto a su padre. Es aquello que necesitamos para deshacernos del ansia, ahora que estamos prisioneros de un mundo donde uno no sabe qué podría ocurrir en el segundo siguiente. El recorrido de Elena en la película consiste en romper el cerrojo del padre y tal vez curarlo, porque Lorenzo es una persona frágil. Ahí hay una referencia a Ladrón de bicicletas, que posee uno de los finales más extraordinarios de la historia del cine, cuando el niño con coraje e instinto toma la mano del padre humillado.

Renato Carpentieri presta su rostro al doliente protagonista, Lorenzo. ¿Cómo lo eligió a él y al resto del reparto?
Hace 27 años que quería hacer otra película con Renato Carpentieri [ndr: después de Puertas abiertas] porque lo considero un actor extraordinario ¡Y de ahora en adelante me gustaría hacer una película al año con él durante otros 27 años! Los quería a ellos. Si tengo una cualidad como director, es la de tener buen olfato para los actores. La elección es fundamental: los compañeros de viaje son los que van a hacer de él una hermosura o un infierno. Micaela Ramazzotti y Elio Germano mantuvieron un diálogo entre sí que fue más allá del guion, como en la escena de la comida dominical en la que él la da de comer sin mirarla, porque conoce tan bien el rostro de su mujer que no necesita ver dónde pone la cucharilla: una escena de intimidad y cercanía de los cuerpos que avergüenza un poco a Lorenzo y que yo no pude controlar porque lo hicieron todo ellos.

La película se inspira libremente en la novela La tentazione di essere felici, de Lorenzo Marone. ¿Cómo fue el trabajo de adaptación?
El protagonista absoluto de la novela se llama Cesare pero no tiene nada que ver con Lorenzo, en especial por su carácter: en el libro es un provocador, una especie de matarife. Yo doté al personaje de una inquietud que me pertenece y que comparto con Renato, que es coetáneo mío: una especie de rechazo de la edad que avanza. La encuentro injusta y creo que debería detenerse en la mejor edad, los 45 para los hombres y los 35 para las mujeres, y llevarlos igual para toda la vida, pero con la sabiduría de la madurez. La idea de envejecer te da una especie de rechazo de la premura de los demás: la hija que se preocupa de si Lorenzo se toma las medicinas es una actitud que si no te tomas con ironía, significa que eres viejo y ya no eres autónomo. Lorenzo se plancha las camisas; yo no me las plancho pero siempre me has he lavado solito y me dolerá cuando no pueda hacerlo.

¿Podemos definirlo, por tanto, como una película autobiográfica?
La autobiografía reside en las cosas que no son abiertamente autobiográficas. Quien declara que una obra es autobiográfica miente: la verdadera autobiografía es la que se desvía, la que es un tanto metafórica y pone en escena no cosas que nos pertenecen profundamente sino nuestros temores y nuestra fragilidad. El sentimiento de Lorenzo no es el mío sino lo que pienso que es el sentimiento de un hombre de 70 y pico en relación con sus hijos.

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(Traducción del italiano)

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