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László Nemes • Director

"No quería hacer una película sobre la supervivencia, sino sobre la realidad, sobre la muerte"

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- CANNES 2015: En competición en Cannes por primera vez, el cineasta húngaro László Nemes habla sobre su extraordinaria El hijo de Saúl Cannes 2015 - Gran Premio

László Nemes  • Director

Con su primer largometraje, El hijo de Saúl [+lee también:
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(leer crítica), el cineasta húngaro László Nemes ha dado un fuerte golpe sobre la mesa, llegando directamente a la competición del 68Festival de Cannes y convirtiéndose en la sensación de la Croisette. Hablamos con el director el día después de la proyección oficial de la película.

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¿De dónde ha venido la idea de tratar el tema de los Sonderkommando del campo de concentración de Auschwitz?
László Nemes: Mi primera fuente de inspiración ha sido la lectura del documento Voces bajo la ceniza, testimonios escritos por y sobre los Sonderkommando, y que habían sido escondidos en 1944. Era como estar ahí, en sus vidas, en el interior. Después, con mi guionista Clara Royer, hemos hecho muchas investigaciones. Tenía también razones personales para hacer esta película ya que miembros de mi familia habían sido exterminados en Auschwitz. Es algo que me ha marcado, todo este proceso de caza, estas cosas terribles que nos han pasado...

La exterminación de los judíos durante la II Guerra Ñundial ha sido tratada a menudo en el cine.
Estaba frustrado con la forma de representación de estas tinieblas en el campo de la ficción. Poniéndose de parte de los sentimientos, se obtiene exactamente el contrario de lo que debería ser. Estas películas intentan demasiado impresionar, sus acercamientos son previsibles, salen en todas direcciones, muestran esto y aquello, y no olvidemos este chico diabólico... Quieren crear a cualquier precio un mundo muy oscuro. Quería extraernos de todo eso y llevar todo al presente. Por ejemplo, La lista de Schindler es una película muy buena, con mucho talento, muy dramática y casi épica, pero sobre la supervivencia. No quería hacer una película sobre la supervivencia, sino sobre la realidad, sobre la muerte. Ya que la supervivencia es una mentira, era la excepción. Y pensaba que no hacía falta hablar de grupos, de hechos, sino que hacía falta hablar del ser humano en un campo de concentración: ¿qué es lo que en realidad veía? ¿Qué escuchaba? ¿De A a B, qué sabía de A? ¿Y de B? ¿Y había un C? Tenemos todos esta visión de los campos desde el punto de vista de los guardas, pero nadie en los campos tenía este punto de vista, había tantos como individuos, visiones estrechas, obstruidas, frustrantes.

¿Por qué has elegido un estilo y un ritmo que sumerge tanto al espectador en la historia?
He hecho tres cortometrajes con el director de fotografía Matyas Erdely y ya habíamos trabajado en intentar encontrar una manera diferente de contar historias, buscando alrededor del autofoco, de las ópticas, de la cinemática, etc. A partir de la idea inicial de un hombre encargado de quemar a la gente y que quiere enterrar el cadáver del que piensa que es su hijo, hemos trabajado primero alrededor de las etapas de su recorrido para afinar la película.

¿Cuáles eran los límites morales que te habías marcado?
Cuando queremos enseñar demasiado, acabamos con mucho menos, en mi opinión. Pero en esta película, si enseñabamos demasiado poco, era un problema, ya que habríamos simplificado el horror y no se puede simplificar el horror. Así que la estrategia ha sido la extrapolación con muy pocos elementos para los espectadores para forzar mucho su imaginación. Pienso que es más cercano a lo que era la experiencia en los campos, a las sensaciones que se tiene como ser humano. Sugerir es más fuerte que mostrar. Tenemos un hombre que trabaja en un crematorio y lo seguimos. No ve el horror porque ya está acostumbrado. El espectador no lo ve tampoco, pero ve lo que ha llevado a este hombre a su búsqueda: el niño. Es una historia interior en medio de las tinieblas. Y lo que está de fondo, está de fondo. Pero sabemos que es una fábrica de la muerte y tenemos señales fragmentadas de ello. No enseñamos nada, excepto este sesgo de la representación indirecta. Mientras la fábrica está en actividad, mata a la gente, y hay cuerpos. Pero si hubiésemos introducido demasiados elementos sangrientos, se habría convertido en un espectáculo, en un divertimiento de cierta (y mala) manera. Y no quería hacer eso.

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(Traducción del francés)

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