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VISIONS DU RÉEL 2024

Crítica: We Are Inside

por 

- En su notable e íntimo documental autobiográfico, la directora libanesa Farah Kassem encuentra la política en la poesía e inyecta poesía en la política

Crítica: We Are Inside

En We Are Inside, que acaba de estrenarse a nivel mundial en la competición internacional del Visions du Réel, la cineasta libanesa Farah Kassem regresa a su ciudad natal de Trípoli tras 15 años viviendo en el extranjero. Allí vive Mustapha —su padre viudo de 82 años—, que convive con Nana, la empleada doméstica de Sri Lanka que tantos años lleva trabajando en la vivienda familiar. Mustapha es un poeta de renombre, y una de las primeras escenas le muestra leyendo en voz alta la dedicatoria a ella y a su hermano en su nueva colección. Es en este instante cuando Kassem establece como tema clave de la película el hecho de que ser hija de un hombre árabe es una cuestión política en sí misma. Y es que Mustapha ha escrito que está orgulloso de ella, pero que se siente descontento porque aún no se ha casado. Mustapha se burla al principio cuando ve cómo ella trata de escribir poesía para acercarse a él. Sin embargo, la acoge en su club de poesía, un espacio en el que las opiniones contradictorias y las lecturas van acompañadas de una ración de los famosos dulces de Trípoli.

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La pretenciosidad de Mustapha y sus amigos del club de poesía —que son todos hombres mayores— resulta más que evidente durante el acto promocional de su libro. Pero en lugar de burlarse de él, Farah lo trata con afecto. El más razonable y simpático de los poetas quiere ayudarla, mientras que Mustapha no hace más que despreciar sus esfuerzos. Sus opiniones son extremadamente tradicionales incluso para sus amigos. Pero está enfermo, sufre graves problemas en las piernas y el corazón, lo que le coloca en una posición un tanto dependiente. Esto se ve agravado por el hecho de que es ella quien posee la cámara en el juego de poder, si es que se puede llamar así.

La poesía de Farah va mejorando poco a poco, de manera que Mustapha cada vez la ve con menos reticencia, sobre todo en el momento en el que ella encuentra una palabra que faltaba en los versos de su padre. Pero aun así, exclama: "¡Una poetisa! ¡La hija de un poeta!"

En el panorama más amplio, se acercan las elecciones y, a través de la ventana del piso donde viven, vemos las calles abarrotadas de policías y militares. El límite entre el interior y el exterior se distingue perfectamente, y justo sobre él, en el alféizar de la ventana, una paloma se encuentra en proceso de incubar huevos. Kassem vuelve a ella varias veces, lo cual muestra a su vez el paso del tiempo y simboliza la encrucijada de la poesía, la política y la relación entre padre e hija.

Al cabo de dos horas, Kassem pasa de mostrar lo político en lo poético a infundir lo político en la poesía. Su cambio de ser alguien que mira desde dentro a unirse al mundo exterior es notable. Mientras conduce por la ciudad hacia la plaza principal donde se celebran las manifestaciones de 2019, entra en juego uno de los escasos fragmentos de música: un tema que mezcla jazz y música ambiental suena de fondo en su trayecto por los edificios de las oscuras calles, creando así una atmósfera de cine negro. En las protestas, alterna lúdicamente entre los gritos diegéticos de la multitud, el sonido de los tambores y la música estridente, y esta banda sonora original.

Durante la mayor parte de la película, la cámara —en el formato 4:3—se mantiene estática, y en ocasiones no capta a ninguno de los personajes en el encuadre. Vemos paredes y muebles desnudos —con muy poca gradación de color, aparentemente— hasta el tercio final de la película, que se abre en todos los frentes. Al asumir este riesgo, con casi dos horas de discusiones sobre política y poesía y algunas pequeñas dosis de recitados en la melodiosa y ascendente cadencia árabe, Kassem conduce suavemente al espectador a un estado de tranquilidad, de modo que la parte final de la película, en la que las emociones, los acontecimientos y las herramientas cinematográficas llevan la película a un crescendo, lo deja sin aliento. Infunde a las dos primeras horas una mezcla única de honestidad e ironía, así como significados implícitos que nos complace advertir y desentrañar, de modo que acaba por mostrar en última instancia un dominio de la poesía cinematográfica que ya le gustaría tener a su padre.

We Are Inside es una coproducción entre la libanesa Road2Films, la danesa Good Company Pictures y Al Jazeera Documentary Channel.

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(Traducción del inglés)

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