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DIAGONALE 2024

Crítica: Vista Mare

por 

- Julia Gutweniger y Florian Kofler echan un vistazo a lo que hay detrás del negocio del turismo a gran escala

Crítica: Vista Mare

Es fácil adoptar una posición de superioridad moral al hablar de turismo, pues dicha actividad económica implica un esquema de explotación triangular que relaciona clientes, que tienen necesidades; trabajadores, que satisfacen dichas necesidades y establecimientos, que proporcionan servicios. Llegados a este punto, es menester precisar que resulta complicado permanecer objetivo y neutral al retratar el proceso de intercambio entre las tres partes.

En su segundo documental, Julia Gutweniger y Florian Kofler se esfuerzan por mostrar con la máxima objetividad la operación de gran envergadura que es la temporada de turismo en la costa norte del del Adriático italiano. Vista Mare fue estrenado en la Semana de la Crítica del Festival de Locarno del año pasado y, hasta la fecha, ha pasado por varios festivales más. Su paso por la Diagonale fue fructífero, pues cosechó dos galardones: uno por mejor dirección de fotografía y otro por mejor diseño de sonido, los cuales fueron otorgados a Gutweniger y Kofler, respectivamente (ver la noticia)

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El dúo abre la película con una playa casi vacía en un ventoso y grisáceo día, mientras las imágenes de un solitario nadador, acompañado por los sonidos de la música de viento de Gabriela Gordillo, dan paso a varios planos fijos de edificios de apartamentos vacíos y sus piscinas. El contexto en cuestión es la temporada baja de una ciudad cuyo nombre no se menciona y que, pese a la aparente calma, ya se están llevando a cabo los preparativos de cara a la temporada alta. Dichos preparativos implican imprimir panfletos informativos, poner a punto sombrillas y tumbonas, formar a una nueva oleada de trabajadores turísticos en centros de formación, hoteles y restaurantes e incluso restaurar las desgastadas playas añadiendo arena con maquinaria pesada.

Media hora más tarde empiezan a llegar los primeros clientes y, lo que antes parecía un lugar tranquilo y apacible, ahora es un espacio ajetreado y abarrotado de gente. Sombrillas y tumbonas están dispuestas en perfecto orden. Algunos socorristas y vendedores intercambian alguna que otra palabra, mientras otros atienden a los clientes casi en piloto automático. Los hoteles y apartamentos de alquiler están hasta la bandera. Se celebran fiestas infantiles durante el día y raves en la playa por la noche. Las atracciones de la zona también están a su máxima capacidad. Los clientes pueden elegir entre un espectáculo con delfines, un parque acuático o un parque temático de una Venecia en miniatura. También se desarrollan varias manifestaciones en el pueblo, aunque más bien parece una mera rutina entre manifestantes y autoridades en la que cada uno desempeña un rol predefinido.

Gutweniger y Kofler adoptan una perspectiva estrictamente observacional, con predominio del uso de planos fijos a media y larga distancia, en la que se muestran conversaciones donde nunca se interviene y se renuncia a retratar la situación como un conflicto de clases. Las largas tomas de Gutweniger están impecablemente rodadas y, si bien no siempre son simétricamente perfectas, siguen siendo asombrosas y cumplen con el cometido de mostrar la aterradora magnitud del negocio, el cual tiende a neutralizar todo atisbo de individualidad. Una perspectiva similar adopta Kofler al tratar con la grabación y diseño de sonido, creando así un rico abanico de sonidos ambientales. La estructura en dos actos asimétricos enriquece el film al resaltar el contraste entre la vida del pueblo (o los pueblos de la región) durante las temporadas alta y baja. Aunque el enfoque de los cineastas puede parecer a veces frío y premeditado, Vista Mare aún puede llegar al espectador mostrando la envergadura y la complejidad de todo este proceso.

Vista Mare es una coproducción austro-italiana de Eutopiafilm y Albolina Film. Filmotor se ocupa de las ventas mundiales.

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(Traducción del inglés por Juan Ramón Parra)

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