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PELÍCULAS / CRÍTICAS Austria

Crítica: What a Feeling

por 

- La comedia romántica lésbica de Kat Rohrer es previsible pero agradable gracias a su entrañable reparto

Crítica: What a Feeling
Proschat Madani (izquierda) y Caroline Peters en What a Feeling

What a Feeling, la nueva película de Kat Rohrer, que ha sido presentada en el BFI Flare de Londres, comienza con una escena de lo más escandalosa. La cámara se desliza por el suelo de un apartamento lleno de ropa y lencería antes de llegar finalmente a la fuente de los gemidos considerablemente fuertes que llevábamos un tiempo oyendo, que no es otra que una mujer evidentemente satisfecha por quienquiera que esté bajo las sábanas. Pronto se revela que la desconocida es otra mujer, la carpintera Fa (Proschat Madani), que resulta ser todo un personaje. Y es que no solo entretiene así a bastantes de sus clientes, sino que algunas de ellas incluso están casadas con hombres, y ninguno de ellos se entera de nada. A juzgar por la forma en que lleva su vida, pasando cómodamente de un encuentro de este tipo a reuniones familiares y, más tarde, a un bar de lesbianas, todo apunta a que se siente muy cómoda con lo que es.

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Pero, ¿realmente está tan a gusto? En cuanto se reúne con su madre, queda claro que esta no tiene ni idea de la orientación sexual de su hija. Fa tiene más de cincuenta años, y salir del armario ante su muy tradicional madre iraní le parece, como no podía ser de otra manera, una idea descabellada e impensable. En cualquier caso, tampoco es que Fa tenga pensado llevar en algún momento a cenar a casa a alguna de sus parejas ocasionales...

Teniendo en cuenta este hecho, parece que quien realmente lo tiene todo es Marie Theres (Caroline Peters). Marie es médica de éxito, tiene mucho dinero, está casada con un hombre encantador, se encuentra en proceso de criar a una hija adolescente frecuentemente enfadada pero inteligente y no parece sentirse incómoda en su rutina pequeñoburguesa. De forma un tanto inesperada en una película moderna sobre la emancipación de la mujer, descubrimos que es el marido de Marie Theres quien resulta estar insatisfecho con este tipo de vida. Al verse incapaz de transmitirle sus ideas, simplemente abandona el hogar familiar, de manera que deja a Marie Theres confusa y desamparada. Una noche, borracha, acaba accidentalmente en un bar de lesbianas. ¿Y a quién conoce allí? Nada más y nada menos que a la mujer que casi la atropella con su camioneta ese mismo día: la propia Fa.

A través de una serie de encuentros serendípicos y casi creíbles, las dos mujeres —ambas bastante atrevidas y de mediana edad, pero a primera vista diametralmente opuestas— coinciden por casualidad una y otra vez. Sin embargo, no todos estos encuentros son del tipo familiar de la comedia romántica. La escena en la que Marie Theres se topa con Fa en el bar de lesbianas, donde ha ido a recuperar el teléfono que perdió en su noche de borrachera allí, constituye un escenario tiernamente humillante y familiar del género. Sin embargo, el más original de los encuentros es el que da lugar al acercamiento de las mujeres a través de una situación visiblemente menos tierna: se asigna a Marie Theres como médica de la madre de Fa después de que esta sufra un colapso nervioso en casa.

Es a través del reconocimiento mutuo de las mujeres de sus propias luchas respectivas, más que a través de los tropos clásicos de la comedia romántica, como nacen el afecto y el romance. Esto también ocurre a través del sexo, pues la película adopta una perspectiva matizada sobre la vieja cuestión de la relación entre sexo y romance, de manera que reconoce el valor de la química física al tiempo que admite la importancia de una profunda conexión personal. Tanto Marie Theres como Fa llegan a esa misma conclusión, solo que desde direcciones opuestas. Y mientras que el viaje de Marie Theres hacia el descubrimiento del valor del placer y la desinhibición no es terriblemente original, Fa pasa por tomas de consciencia más dolorosas y desestabilizadoras en relación con su identidad iraní y la relación con su familia. Tiene mucho que perder al abrirse, por lo que verla hacerlo resulta realmente conmovedor.

Puede que What a Feeling, que ha sido rodada y montada con elegancia y maestría, no reinvente la rueda, pero está claro que, a partir de un conjunto de temas familiares, Rohrer logra elaborar un retrato inteligente —aunque bastante previsible— de mujeres de mediana edad que aún tienen mucho que aprender, pero también mucho que sentir, disfrutar y experimentar, tanto sobre sí mismas como sobre el mundo que las rodea.

What a Feeling ha sido producida por las austriacas Praherfilm y Nikolaus Geyrhalter Filmproduktion.

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(Traducción del inglés)

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