31/01/2018 - La película de Fernand Melgar, proyectada en las Jornadas de Soleura, continúa una discusión sobre las luchas diarias que ocurren en los márgenes de la sociedad

Leal a su perspectiva, y sabiendo como cribar el caos de la vida diaria para resaltar sus mejores aspectos, Fernand Melgar se toma el tiempo de observar a un grupo de niños “diferente” al resto. El resultado es A l’école des Philosophes [+lee también:
tráiler
entrevista: Fernand Melgar
ficha de la película], una película tan sencilla como profunda, al igual que la misma infancia; que se presentó como estreno mundial en las Jornadas de Soleura.

Luego de su trilogía sobre la inmigración (La Forteresse, [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película] Vol spécial [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película] y The Shelter [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Fernand Melgar
ficha de la película]) Fernand Melgar centra su atención en un grupo de cinco niños con diferentes discapacidades físicas y mentales en un momento delicado como lo es el comienzo de clases. A simple vista estos parecen mundos muy diferentes, pero pensándolo bien no lo son, ya que ambos se enfocan en el rechazo de parte de la sociedad hacia algunas personas y en aquellos excluidos del campo visual de la misma. Como el mismo director afirma, su objetivo no es cambiar la perspectiva del espectador, sino ampliarla. Es impulsarnos a preguntar sobre un mundo con el que casi nunca entramos en contacto. Las películas no pueden cambiar el mundo, pero definitivamente pueden esclarecerlo. 

Los jóvenes e incipientes filósofos que iluminan los noventa minutos de este largometraje son Léon, Louis, Ardi, Kenza, Chloé y Albiana. Con apenas cinco años de edad ya cargan el peso del mundo en sus hombros, llenos de dolor y miradas curiosas como también de amor incondicional (particularmente el de sus padres), que en ocasiones se convierte en devoción pura. La escuela (situada en la Calle de los Filósofos de la ciudad Yverdon-les-Bains) es para ellos (niños y padres) una oportunidad única de aliviar algo del peso que cargan, aunque sea sólo por un momento, para disfrutar un poco de la libertad a la que todos deberíamos tener acceso, pero que en su situación parece imposible. 

Aunque el director se toma el tiempo de cuestionar cada uno de los tres elementos que conforman A l’école des Philosophes: padres, profesores y niños, estos últimos (incapaces de expresarse verbalmente) son el punto central de la película. A través de su cámara, Fernand Melgar le da una voz a sus lamentos silenciosos, su indignación saludable y a sus más que válidos deseos de vivir. 

Filmado en el auge de su infancia, cuando el director los filma solos, perdidos en un cuadro demasiado grande, o cuando los «espía» medio dormidos después de su primera salida sin sus padres, son estos momentos en los cuales los pequeños protagonistas logran expresarse, afirman su presencia, y desafían al espectador a borrarlos de su campo visual. ¿Pero quién tendría el valor de hacerlo ahora que forman parte de nuestro mundo? 

A l’école des Philosophes reflexiona sobre la cuestión fundamental de entender cuándo vale la pena vivir realmente. Pero sobre todo, cuestiona quién tiene derecho a decidirlo, los capaces discriminando a los discapacitados, los elegidos contra los excluidos. Quizás no haya una respuesta correcta. Pero que se haya planteado la cuestión de por sí parece ser un logro inmenso. Entre la modestia y el deseo de expresarse, cada persona encuentra el coraje de reafirmar su presencia, agitando —aunque sea por noventa minutos— una jerarquía que parece incuestionable. Convierte lo anormal en normal, el dolor en un recurso y el cine en una voz.

A l’école des Philosophes está producida por Climage en conjunto con Radio Télévision Suisse RTS y es distribuida en Suiza por Sister Distribution.

(Traducción por Natalia Ramos)