09/08/2017 - LOCARNO 2017: El joven director suizo Cyril Schäublin presenta su primer largometraje, un retrato frío y elegante de una sociedad encarcelada en su propio bienestar

Cuatro años después de sus últimos cortometrajes Modern Times y Public Library, creados para la exposición “Culture:City”, comisariada por los arquitectos Mathias Sauerbruch y Wilfried Wang en la Academia de las Artes de Berlín, el joven director suizo Cyril Schäublin regresa al festival de cine de Locarno, en cuya Filmmakers Academy participó en 2013 con Winter y Modern Times, con el que es su primer largometraje, Those Who Are Fine [+lee también:
tráiler
ficha de la película], un retrato frío y elegante de una sociedad prisionera de su propio bienestar presentado en la sección Cineastas del presente.

La protagonista y el hilo conductor de Those Who Are Fine es Alice, una chica que trabaja en un call center de la periferia de Zúrich. La monotonía de su trabajo (debe vender abonos de Internet y seguros) se acentúa con una serie de planos cerrados de los dependientes del call center cuyos rostros, impasibles, reflejan la inhumanidad de la situación. Después del trabajo, Alice da vueltas y más vueltas por la ciudad, aparentemente sin una meta precisa. Alice esconde un secreto: llama a personas ancianas haciéndose pasar por su nieta y las engaña para que le presten dinero. Gracias a esta estratagema, su cuenta bancaria engorda día tras día sin mucho trabajo. Alice, como el resto de personajes que pueblan la película, no muestra nunca sus emociones y parece una marioneta movida por hilos invisibles. La cinta de Schäublin nos lleva por las calles de una ciudad misteriosa, seductora en su austeridad extrema, una tierra de nadie que atrae y repugna a partes iguales.

En Those Who Are Fine encontramos, en efecto, el afán estético de Schäublin, ya presente en sus cortos: una especie de obsesión recurrente que nos guía por los oscuros meandros de nuestra sociedad hipertecnológica, (aparentemente) segura y económicamente florida. Planea, de hecho, sobre el film una crítica implícita y acerba de la sociedad suiza, que chapotea en el bienestar. El título mismo (“Los que están bien”), que en la versión original induce a pensar en un fragmento del cantautor, filósofo y jurista suizo Mani Matter (también él portavoz de una crítica sutil pero incisiva de la sociedad de consumo), apunta con ironía a una hipotética tranquilidad brindada por el bienestar económica, el desarrollo tecnológico y el control.

Pero atención: Those Who Are Fine no es una película de denuncia directa y violenta; al contrario, la atmósfera que domina la película es más bien calma, dolorosamente tranquila, glacial, cínica. Schäblin transmite al público un mensaje bien preciso pero lo hace a través de la elegancia de planos secuencia, el distanciamiento austero de la profundidad de campo, la incisiva banalidad de los diálogos (a propósito del envío de un banco o de la cuenta bancaria) y una obsesión por los encuadres desde lo alto (como si hubiera una entidad superior, separada, que observa a los personajes). En Those Who Are Fine, la arquitectura urbana y los detalles de acciones en apariencia banales, como sacar dinero de un cajero automático, son parte integrante del film, como personajes entre los personajes. Los seres humanos retratados por Schäublin no son más humanos que el envoltorio que los arropa (en este caso, la ciudad). Sus rostros inexpresivos y sus vidas, a pesar de la aparente estabilidad, no son sino una serie infinita de gestos repetidos, sin pasión, automáticamente. El director nos muestra la belleza inquietante de una vida cotidiana pautada por el hipercontrol. Un film de un atractivo cinismo.

Those Who Are Fine es una producción de Seeland Filmproduktion (también agencia de ventas internacionales) y Amon Films.

(Traducción del italiano)