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CANNES 2016 Competición

Sólo el fin del mundo: regreso a las raíces antes de la muerte

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- CANNES 2016: El canadiense Xavier Dolan propone una adaptación muy radical de la explosiva obra de Jean-Luc Lagarce producida por la compañía francesa MK2

Sólo el fin del mundo: regreso a las raíces antes de la muerte
Vincent Cassel, Marion Cotillard, Gaspard Ulliel, Léa Seydoux y Nathalie Baye en Sólo el fin del mundo

El canadiense Xavier Dolan, que vuelve a competir en la sección principal del Festival de Cannes dos años después de la fascinante Mommy (ganadora del premio del jurado), ha apostado fuerte en esta ocasión, adaptando con un gran radicalismo formal una obra de teatro igualmente radical, Sólo el fin del mundo [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, del francés Jean-Luc Lagarce.

Filmado en planos muy cerrados, sumergiéndose en la olla a punto de estallar de una familia histérica cuyo hijo moribundo regresa tras 12 años de ausencia, el largometraje brinda a los actores franceses Gaspard Ulliel, Marion Cotillard, Vincent Cassel, Nathalie Baye y Léa Seydoux roles de una extrema intensidad, pero este descenso manierista al caos nos da razones para sentirnos francamente perplejos, a poco que no nos dejemos engatusar por la atmósfera de electricidad negativa que recorre todo el film: los protagonistas se lanzan sin tregua acusaciones recíprocas de locura, y los momentos cotidianos de este día de reencuentro alcanzan niveles grotescos de banalidad, al ser percibidos por alguien que sabe que va a morir (pero que no se lo dice a los demás). 

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Una tormenta de emociones negativas en la que los rencores, los sobreentidos, los recuerdos (el protagonista se evade de vez en cuando en flashbacks oníricos en los que, por el contrario, reina la armonía), la incomunicabilidad y el amor-odio fraternal crean un ballet agitado y ácido en el que el exceso es la norma, en el marco de una casa de clase media con una decoración horrenda. 

El film arranca con contundencia con la voz en off de Louis (Gaspard Ulliel), que anuncia su fallecimiento inminente y su intención de ir a contárselo a una familia a la que ha dado la espalda durante 12 años, contentándose con mandar de vez en cuando escuetas postales. La trama, que se desarrolla casi exclusivamente en el interior de la casa y en el microcosmos familiar, acompañará al protagonista en su encuentro con cada uno de los personajes: su hermano Antoine (Cassel), agresivo y huidizo, su cariñosa madre (Baye) y dos que hasta entonces no había conocido, su dulce (rozando con lo cursi) cuñada (Cotillard) y su hermana pequeña (Seydoux). Visto a través de la lucidísima mirada del moribundo, todo este pequeño mundo cobra un cariz de ridiculez y engreimiento, por momentos conmovedor, pero que ante todo está atravesado por una apariencia de farsa —la de la vida ante los ojos de la muerte—.

Tratado con frecuencia en el cine, el tema de la familia y la muerte pasa por el filtro del estilo lírico de Dolan con cierta coherencia interna, y los intérpretes salen por lo general airosos de un texto muy difícil. A pesar de todo, lo abrupto de la puesta en escena, unido al carácter frenéticamente sombrío de la obra, abre de antemano una enorme brecha entre los que aceptarán entrar en este universo y los que se negarán en redondo.

Producida mayoritariamente y vendida por Canadá, Sólo el fin del mundo ha sido coproducida al 36% por Francia a través de MK2; el estreno francés está a cargo de Diaphana.

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(Traducción del francés)

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