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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Un giorno devi andare

por 

- En su tercer largometraje, Giorgio Diritti narra la historia de una joven en crisis que viaja hasta el Amazonas, entre la naturaleza virgen y la miseria

El gran profeta del on the road, Jack Kerouac, decía que "tenemos que ir y no parar hasta que hayamos llegado. Dónde no lo sé, pero tenemos que ir". Para Augusta, la protagonista de Un giorno devi andare [+lee también:
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(lit.: "Un día tienes que marcharte"), irse es una necesidad. Acaba de perder un hijo y ha sido abandonada por su marido. Esta confusión la empuja a buscarse a sí misma. Y para ello antes tiene que perderse. Su formación católica la impulsa a seguir a sor Franca, una amiga de su madre, en su misión en el Amazonas. Allí descubre un mundo completamente distinto, compuesto por un lado por una naturaleza de una fuerza y pureza inconmensurables y por otro por un profundo subdesarrollo. Y la religión no es la respuesta inmediata que se podría pensar.

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Con Un giorno devi andare, Giorgio Diritti llega a su tercer largometraje tras su debut Il vento fa il suo giro [+lee también:
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(2005), que fue presentado en más de 60 festivales y ganó 40 premios, y L’uomo che verrà [+lee también:
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, ganador del máximo galardón en el Festival de Roma en 2009. En la primera, un profesor francés se integra en una comunidad rural del Piamonte. La segunda es narrada a través de la mirada de una niña que observa la vida cotidiana de un pueblo del centro de Italia en 1944 y es testigo de la masacre perpetrada por los nazis en Marzabotto. En este nuevo trabajo, Augusta, interpretada por Jasmine Trinca, llega a la comunidad de una favela en Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas. Vuelve la relación entre individuo y comunidad. También en este caso, como en L'uomo che verrà, esta comunidad está hecha de mujeres, monjas, madres y niñas que se mueven en la esfera social y de hombres que escapan de sus responsabilidades. Desde Italia, en la región septentrional de Trentino, esperan a Augusta una madre (Anne Alvaro) y una abuela (Sonia Gessner). Un médico italiano dice a Augusta que si quiere cambiar las cosas, tiene que "ir donde hay que cambiar las cosas" y ella se distancia de los "profesionales del espíritu", como define a los hombres y mujeres religiosos. Mientras navega por el río Amazonas en una barca llamada 'Itinerante', Augusta lee A la espera de Dios, de Simone Weil, una recopilación de textos en busca de la verdad, ejemplo de una profunda vocación espiritual y de una densa crítica del cristianismo, incapaz de asumir su tarea de ser guía espiritual en una época oscura.

En la primera parte de la película, el director de fotografía Roberto Cimatti muestra una naturaleza incontaminada y eterna, los rostros de los indios que emanan armonía, sonríen sin estar vendiendo nada y se preguntan de qué tenía que salvar Cristo a la humanidad. Luego, el director, que en el pasado había rodado un documental y trabajos para la televisión en el Amazonas, nos muestra esta zona perennemente oscura, un barrio de favelas donde abunda la miseria y los niños son vendidos en el mercado de trasplante de órganos y los alcaldes deshacen las barracas para deportar a sus habitantes a edificios de cemento. El realizador nos los enseña mientras bailan juntos un vals nocturno en un campo de fútbol antes de la llegada de una lluvia devastadora. Pero Augusta no puede salvarlos y termina en una orilla desierta presa del delirio, como el protagonista de Into the Wild. Quizás exista la posibilidad de una vida distinta para todos nosotros.

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(Traducción del italiano)

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