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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Polisse

por 

- La tumultuosa vida de los agentes de la Brigada de Menores. Energía desbordante, realismo corrosivo y emociones desbocadas. Premio del jurado en Cannes.

El universo anárquico y el estilo anti convencional de Maïwenn llega con gran ímpetu a la competición del 64°Festival de Cannes con Polisse [+lee también:
tráiler
entrevista: Maïwenn
ficha de la película
]
, un retrato duro y realista de la rutina diaria de la Brigada de Protección de Menores (BPM) de un barrio de la periferia de París. Una película muy rica, a veces excesiva, a menudo emocionante, llevada por un ritmo cáustico y una energía original en el género del cinéma vérité por parte de una directora idealista y comprometida en la defensa de los niños (Maïwenn reveló en 2006 que fue maltratada en su juventud).

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Abusos a menores, incesto, malos tratos, violaciones, rigurosos interrogatorios a cargo de policías tan sensibles como endurecidos, que evolucionan mentalmente más allá de los tabúes... La parte oscura o desesperada del ser humano se manifiesta en los locales de la BPM. Los detallados testimonios de las víctimas y las confesiones de los culpables son extirpados con suavidad o con aspereza y dada la importancia de lo que está en juego la atmósfera se va cargando poco a poco.

Maïwenn aborda esta profesión ingrata con una perfección próxima al documental, y esboza un retrato espantoso y punzante del desamparo y de la abyección presentes en todas las clases sociales y que dan pie a múltiples delitos, como el robo de bandas organizadas o el secuestro de bebés. Pero este cuadro no sería más que naturaleza muerta y un incómodo estudio sociológico (entre otras cosas, con la banalización de una sexualidad precoz y excesiva entre los adolescentes) sin los carismáticos actores que lo representan (en particular, Joey Starr, Karin Viard y Marina Fois).

La directora concede una gran libertad a sus intérpretes y da rienda suelta a sus instintos, ofreciendo momentos de descompresión en mitad de la oscura vorágine. Los policías no son ángeles, ni héroes, solamente personas sumamente vulnerables que acumulan divorcios, fiestas salvajes y humor transgresor para compensar. Aman, discuten, se pelean y actúan teniendo como base su experiencia común tan particular, sabiéndose detestados o en el mejor de los casos considerados como elementos perturbadores por sus familiares. Pero las explosiones y las implosiones no están lejos de estos seres humanos paradójicamente frágiles y bien templados.

A través de una gran facilidad a crear rápidamente una identidad profunda para sus personajes y a concebir la intensidad, Maïwenn rinde un conmovedor homenaje a una profesión extremadamente difícil y que posee medios limitados. Al mostrar el lado oscuro de las familias, de la policía y de París, logra fijar una huella ineludible de veracidad sobre la BPM como Tavernier lo había hecho para la brigada antidroga de Ley 627.

No obstante, la directora no renuncia a la audacia desenfrenada que la ha caracterizado desde sus comienzos. Sirvan de ejemplos la escena de baile freestyle en un club nocturno, la historia de amor entre el impulsivo Joey Starr y la fotógrafa que encarna la propia Maïwenn, enfrentamientos familiares tragicómicos, polémicas políticas o religiosas... Una mezcla creativa, a veces excesiva, pero que representa la fuerza de una película que maneja con una violencia controlada los procedimientos y la autenticidad, y que permite a su autora alcanzar un nuevo nivel de ambición cinematográfica sin negar una singularidad inflexible bien resumida por uno de los personajes: "hablaremos cuando dejes de fingir".

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(Traducción del francés)

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