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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Un profeta

por 

- Jacques Audiard trasciende el género carcelario en esta compleja obra, que combina un potente realismo, el sensible relato de la vida de una persona y una sutil metáfora social

Apoderarse del cine de género carcelario y transportarlo a una obra compleja que incorpora además un potente realismo, el sensible retrato de un ser humano y una sutil interpretación metafórica de la sociedad. Esto es lo que ha hecho Jacques Audiard con Un profeta [+lee también:
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, Gran Premio del Festival de Cannes 2009. Audiard, que ya sabe lo que es ganar un premio en Cannes (mejor guión en 1996 con Un héroe muy discreto), firma con su quinto largometraje una verdadera obra maestra que confirma su valor tras Lee mis labios [+lee también:
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Apasionante a lo largo de sus 149 minutos, Un profeta se revela una película de una extrema riqueza, desde un guión muy sofisticado (el realizador trabajó durante tres años junto a Thomas Bidegain, basándose en un texto original de Abdel Raouf Dafri y Nicolas Peufaillit) a una dirección brillante que utiliza una amplia paleta técnica, pasando por el ritmo del montaje, el importante trabajo con el sonido y una banda sonora compuesta por el talentoso Alexandre Desplat. Un trabajo de orfebre para un cineasta que se convierte en un maestro del arte de la inmersión y que da a la tensión narrativa y a la acción pura de la “película de gánsters” la densidad de una artesanía de la inteligencia.

La historia, que se desarrolla a lo largo de cinco años, relata la iniciación y el ascenso del criminal Malik El Djebena (interpretado por Tahar Rahim, una auténtica revelación), un francés de origen magrebí de 18 años que es condenado a seis años de prisión por violencia. Sin familia, analfabeto, tan aislado entre rejas como fuera de ellas, el joven se ve obligado a cometer un asesinato (“¿Crees que vas resistir durante mucho tiempo sin protección?”) por encargo de César Luciani, el padrino corso de la prisión (un excelente Niels Arestrup). De los talleres al paseo, del locutorio a la cárcel, pasando por los ajustes de cuenta, los tráficos y otros permisos de salida: la película elabora un retrato casi documental de la violencia cotidiana de la vida en la cárcel.

Un profeta una película fuera de lo común, simbolizada por la cada vez menor diferencia entre el interior y el exterior de la prisión, a la imagen y semejanza del trabajo de Audiard, que explora con excepcional maestría las fronteras entre los géneros cinematográficos.

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(Traducción del francés)

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