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SAN SEBASTIÁN 2023 Competición

Xavier Legrand • Director de El sucesor

“Quiero introducir al espectador en una espiral infernal”

por 

- El actor y cineasta francés habla sobre su segundo largometraje, un contundente, trágico y turbio thriller sobre masculinidades tóxicas que no deja para nada indiferente

Xavier Legrand  • Director de El sucesor

El francés Xavier Legrand mereció un montón de premios con su ópera prima, Custodia compartida [+lee también:
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, estrenada en el festival de Venecia 2017. Ahora, en el de San Sebastián presenta su segundo film, El sucesor [+lee también:
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, y puede volver a cosechar un éxito similar con este trabajo, del que hablamos a continuación.

Cineuropa: ¿Es tu primera vez aquí?
Xavier Legrand:
No, la segunda. Vine hace seis años con Custodia compartida, que estuvo en el apartado Perlas.

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¿Y cuál es tu sensación al llegar ahora para competir por la Concha de Oro desde la sección oficial?
Estoy feliz, porque será la primera vez que vea el film con público y es una satisfacción que compita, eso significa que gustó a los seleccionadores de certamen.

Ya Custodia compartida era en parte una película de terror sobre la paternidad. Ahora has llegado más lejos con El sucesor
. Es un género en el que me apetecía profundizar de otra forma y se da ese puente con mi película anterior, pues también se habla del patriarcado. El género te permite hacerlo de una manera bastante física.

Las figuras paternas son terribles en ambos films...
Sí, pero no invento nada: no hay más que leer las noticias de sucesos, donde los maridos y los padres no salen bien parados; pero en esta película en vez de hablar de la violencia hacia las mujeres, muestro la violencia del hombre hacia el hijo y cómo se perpetúa esa agresividad a través del silencio. Le Successeur es la encarnación simbólica de ese fantasma indestructible, del que nunca puedes escapar, que es la figura paterna, que pesa en nuestra sociedad como jefe, cabeza de familia, en el nombre del padre, de tal palo tal astilla… Esa maldita cultura patriarcal que llevamos dentro, que ha impuesto un régimen que aplasta totalmente a los hijos.

El horrible legado del padre en tu film se sigue perpetuando y hasta él continúa haciendo maldades después de muerto.
Sí, claro, el mal es poderoso y el ser humano lo cultiva. La cultura ha puesto tal presión en la figura paterna que hace mucho daño; tendríamos que deconstruir totalmente la cultura en la que vivimos para que funcionase. Se trata también de lo que muestran las tragedias griegas: el oráculo y el destino.

En la novela original en que se basa (L'Ascendant, de Alexandre Postel) el protagonista vende teléfonos móviles, pero en tu film se dedica a la moda. ¿Por qué este giro hacia el glamur?
Él no vive como todo el mundo, sino que se eleva y está por encima del suelo, porque yo quería evocar el mito de Ícaro y su caída: no deseaba que cayera desde el primer piso, sino desde la planta número veinte.

Pero cuando vienes de un pasado terrible… ¿Se busca refugio en la fantasía, en este caso la moda?
Sí, desde luego, se llama transfuguismo de clase y de cultura; él mismo lo dice: “Hice todo lo posible por no parecerme a mi padre”. Por eso escoge un mundo de creación, lo opuesto total a donde creció, separado por miles de kilómetros, y cambia de nombre y de acento… Echa por la borda su pasado (o cree hacerlo).

¿Mas el pasado siempre vuelve?
Como un boomerang.

¿Qué otros cambios has realizado en el largometraje respecto al libro?
Muchos. En la novela, de ahí la dificultad de la adaptación, estamos siembre dentro en la cabeza del protagonista: al leerla accedes al pensamiento del personaje. El amigo del padre no existe en la novela, por ejemplo. El film es fiel al original literario en la situación, pero me tomé libertades, con permiso del autor.

El comienzo de la cinta, con ese desfile de moda, resulta espectacular, pero al mismo tiempo inquietante.
Porque desde el principio quería meter al espectador en una espiral infernal, crear un punto de no retorno, del que no puedes volver atrás. Empieza ahí la maldición hacia el abismo para llegar al negro absoluto, la oscuridad más total.

Es una película incómoda a la vez que fascinante. ¿Cómo conseguir esta mezcla, en principio contradictoria?
Yo como espectador quiero eso: salir de la sala transformado, porque la película se metió dentro de mí. Hay que atrapar al público como a un rehén, no ser violento con él, pero hacerle sentir incómodo, sin maltratarlo, para no caer en la obscenidad.

Por último, ¿qué cineastas perturbadores te gustan?
Soy fan de Michael Haneke y su sequedad, y de Alfred Hitchcock, pero también me gustan las películas de aventuras.

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