04/09/2023 - VENECIA 2023: El director italiano habla del estudio preliminar que ha hecho sobre la generación a la que él mismo pertenece, y de las extraordinarias decisiones visuales de su película

Alex, Brenda y Kevin son tres jóvenes con un vínculo irrompible que van a la deriva entre la costa romana donde viven y el centro de la ciudad. Alain Parroni, director de Una sterminata domenica [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Alain Parroni
ficha de la película], que se ha presentado en competición en la sección Orizzonti del 80.º Festival de Venecia, se ha sentado a hablar con nosotros del estudio preliminar que ha hecho sobre la generación a la que él mismo pertenece, de las extraordinarias decisiones visuales y de la contribución de Wim Wenders como coproductor.

Cineuropa: En tus notas de director, escribes: "Mi generación gira en torno al lenguaje". ¿Cuál fue tu modus operandi a la hora de estudiar ese lenguaje durante el proceso de preparación de la película?
Alain Parroni: Como joven director, muchas veces me pregunto por qué utilizo el cine como medio de expresión. Hay otras opciones para contar historias: podcasts, series de televisión... Pero es la experiencia del cine la que realmente me atrae, es la relación entre las imágenes y el sonido dentro de la sala. Para escribir la película, estudié a muchos jóvenes y realicé entrevistas durante unos seis años, de manera que volvía a los entrevistados cada dos años para analizar su evolución. Me di cuenta de que en las entrevistas que había realizado, mi punto de vista siempre dominaba sobre el suyo. Cuando les "espiaba" en las redes sociales, veía cómo se describían a sí mismos y lo auténtico que era su punto de vista: hoy en día, si quiero decirte que estoy comiendo, te envío una foto de la comida. El hecho de que no haya una verdadera educación en las escuelas para esta "gramática" me hace preguntarme qué ocurrirá en el futuro. Hoy en día, existe una gran confusión entre los jóvenes sobre el uso de las fotos, que pueden convertirse en verdaderas armas. Reflexioné sobre todos estos aspectos, así como sobre el vacío que sentía en el momento en que empecé a escribir esta película. A partir de los 24 años, no sabes realmente qué hacer con tu vida, ni qué herramientas necesitas para reafirmarte o, lo que es más importante, para encontrarte a ti mismo y comprender quién eres.

En la película, pones de manifiesto el contraste existente entre la lengua y la cultura de los protagonistas y las de la abuela de Brenda, llenas de sabiduría antigua y ritos mágicos y religiosos.
La religión, sobre todo en las provincias, es una de las principales fuentes de educación para los jóvenes, después de la familia y la escuela. Si eres malo, vas al infierno... Hay una clara relación permanente con la muerte, la cual determina tu comportamiento. En las provincias, la religión está muy entrelazada con la superstición, y eso es exactamente lo que representa la abuela. Los padres, por su parte, están totalmente ausentes en la película. La franja de edad de veinte a cincuenta años no existe en la realidad de esta comunidad; lo que existe es esta ausencia inconsciente, y es que estos jóvenes que están creciendo no les importan en absoluto. Los niños y los ancianos son abandonados a su suerte.

Durante gran parte de la película, los tres protagonistas viajan en coche, pero en realidad no van a ninguna parte.
Se trata de una road movie sin combustible. Los viajes son un tema recurrente en la película, pero lo que realmente hacen mis protagonistas en el coche es pasar el rato disfrutando de la brisa, con la ilusión de que se dirigen a alguna parte. La película se basa en unas cuantas ideas narrativas contradictorias e intenta resaltar la atmósfera que envuelve a los tres chicos, la luz, las estructuras arquitectónicas que los rodean, con el fin de explorar sus emociones por encima de todo, y todo ello a través de la construcción sonora de la película, que también constituyó un elemento fundamental y se ideó a consciencia para la experiencia cinematográfica.

¿Cómo influyó la participación de Wim Wenders en la coproducción de tu película?
Cuando se trata de una primera obra, elegir al productor adecuado resulta esencial. Empecé a montar la película con Giorgio Gucci, de Alcor, a quien conocí en el Centro sperimentale di cinematografia. En primera instancia, recibió luz verde por parte de Fandango, con una intención inicial de montar una estructura de producción que fuera a la vez económica y artística. Al principio fue rechazado por los ayudantes de Wenders, que se encontraba en pleno rodaje del documental sobre el Papa Francisco (El Papa Francisco, un hombre de palabra [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película]). Sin embargo, más tarde, Wim se dio cuenta de que la película trataba sobre los jóvenes y no sobre la religión, así que decidió incorporarse al proyecto.

¿Qué tipo de películas te gustan y te inspiran? Hay referencias de todo tipo en la película.
Crecí en una época en la que se descargaban muchas películas, incluso en blanco y negro. En Una sterminata domenica han influido mucho tanto el cine clásico como el cine japonés, sobre todo de principios de la década del 2000, cuando los cineastas japoneses empezaron a adoptar la cultura digital y a utilizar las cámaras con más delicadeza, y ejemplos de ello son Toshiaki Toyoda y Hideaki Anno, a quien también robé el compositor Shirō Sagisu, que también trabajó con Anno (en Shin Godzilla) y que procede del mundo del anime. Podría haber parecido una elección descabellada, pero Sagisu nos ayudó a darnos cuenta de cuántos monstruos había en esta ciudad en torno a la que giraba nuestra historia.

(Traducción del italiano)