21/02/2023 - BERLINALE 2023: Entrevistamos al director italiano para hablar sobre su primer largometraje de ficción, protagonizado por Franz Rogowski

Hablamos con Giacomo Abbruzzese, director de Disco Boy [+lee también:
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entrevista: Giacomo Abbruzzese
ficha de la película], que compite en la 73ª Berlinale. En la película vemos a Franz Rogowski en el papel de Aleksei, un inmigrante ilegal bielorruso que se alista en la Legión Extranjera con la esperanza de obtener un codiciado pasaporte francés. Mientras tanto, en el delta del Níger, Jomo (Morr Ndiaye) lucha contra las grandes multinacionales que representan una amenaza para su pueblo. Como líder de un grupo armado, un día decide secuestrar a unos franceses, que resultan ser el comando liderado por Aleksei.

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Cineuropa: ¿Cuánto tiempo dedicaste a este proyecto?
Giacomo Abbruzzese: He trabajado en este proyecto durante diez años; el periodo de gestación fue muy largo. Sobre todo porque era una película muy cara para ser una ópera prima, y obviamente es una película de cine arte cuyo reparto y decisiones artísticas no siempre son prescindibles. En la actualidad es muy difícil empezar con un “cóctel” como este. […] Fue un proceso largo que implicó cuatro países y cuatro coproductores. Tuve que cambiar de productores franceses dos veces para poder encontrar la mejor combinación posible. Luego vinieron los dos años de Covid, algo que nos retrasó. […] Por último, la película sigue siendo fiel a su idea original. Hace unos días, durante una proyección privada, un amigo mío que había leído el guion hace ochos años dijo: “¡Increíble, es la misma película!”.  

Muchos directores dicen que han tenido la misma experiencia, que volvieron al punto de partida… Pero, ¿por qué quisiste contar esta particular historia?
Varios motivos. Por un lado, conocí a un bailarín que había sido soldado en una discoteca, Divinae Follie [Ed. una discoteca de Apulia]. Explicó esta “dicotomía” a través de su cuerpo: el cuerpo de un bailarín es el mismo que el de un soldado. Aunque parezcan opuestos, en realidad tienen muchas cosas en común: disciplina, la coreografía es casi placentera gracias al esfuerzo extremo que implica, vuelves a casa destrozado y exhausto. […] Ahí fue donde cobró forma el núcleo de la historia. Pero también quería hacer una película bélica que fuese diferente a las demás. Lo que quiero decir es que, en todas las películas bélicas que he visto, el otro no existe: es una víctima o un enemigo pero, de todas formas, el otro solo aparece en pantalla durante dos minutos.

Una masa sin rostro…
Sí, solo muestran las cosas desde una perspectiva, y también pasa en películas bélicas muy conocidas. Quería hacer una película bélica donde ambas perspectivas, ambos frentes, fueran plenamente explorados, para que puedas empatizar con ambos personajes en conflicto, que no “flirtean” con los espectadores. No sé si son buenos o malos. Uno de ellos es un mercenario, el otro es un ecoterrorista. No son víctimas, son personajes que se niegan a resignarse a imaginar vidas diferentes.

¿Qué te hizo elegir la nacionalidad bielorrusa para Aleksei?
Ha sido así durante ocho años, nunca cambió. Obviamente, no lo adapté para encajar en el contexto actual. Cuando escribí la película y viajé con ella, muchas personas ni siquiera sabían dónde estaba Bielorrusia… Yo había estado en Bielorrusia y había tenido mi propia experiencia allí. Me invitaron disidentes bielorrusos, y me sorprendieron el país y su gente. Imaginé al personaje huyendo del país. Podría haber sido ruso; el problema en ese caso —aparte de toda la locura que estamos viendo en la actualidad— hubiera sido el hecho de que con Rusia viene todo un mundo de referencias, es un mundo mucho más icónico… […] La “identidad rusa” hubiera sido mucho más onerosa y clara. 

¿Qué te llevó a elegir a Rogowski?
Rogowski ha estado vinculado al proyecto durante casi cinco años. Lo vi interpretando un papel secundario en Victoria [+lee también:
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entrevista: Sebastian Schipper
ficha de la película] y me sorprendió su habilidad para canalizar la violencia y la energía, pero siempre con una cierta profundidad.

¿Podríamos hablar de dos aspectos técnicos principales de la película: su fotografía y su música?
Por lo que a mí respecta, trabajar con Hélène Louvart [Ed. la directora de fotografía de la película] ha sido la colaboración más importante de mi carrera, con todo respeto. Siento mucho respeto artístico por su trabajo. No es el tipo de directora de fotografía que busca continuamente poner su sello en su trabajo y por eso es increíble. […] La luz en la película no siempre parece fija, nunca te das cuenta de la configuración de la luz. Siempre se está moviendo, algo que es natural pero no realista. […] Se trabajó mucho en el sonido. Trabajamos en ello durante al menos cuatro meses, quizás cinco. […] Todo el diseño de sonido se hizo en Italia, y en Francia tuvimos la idea de incorporar este tipo de ultrasonidos que son casi subliminales… En la película hay “ecos” que regresan en diferentes momentos, […] y “elementos visuales” como el río o los colores de la cámara térmica.

¿Ya estás involucrado en un nuevo proyecto?
Estoy trabajando en tres proyectos: un proyecto documental internacional y dos películas de ficción, ambas italianas. Una de ellas está ambientada en Tarento en los años 60. […] En cierto sentido, Disco Boy es una película política sobre Francia, mientras que mi segundo trabajo será una película política sobre Italia. Obviamente, digo “política” en el amplio sentido de la palabra.

(Traducción del italiano)