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VENECIA 2018 Fuera de competición

Nick Hamm • Director

“DeLorean fue parte de nuestra cultura”

por 

- VENECIA 2018: Hemos hablado con el director norirlandés Nick Hamm sobre el biopic Driven, sobre John DeLorean, la película de clausura de la Mostra

Nick Hamm  • Director
(© La Biennale di Venezia - foto ASAC)

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 un relato ficticio sobre la improbable coalición entre Ian Paisley y Martin McGuinness, el director nacido en Belfast Nick Hamm vuelve al Festival de Venecia con Driven [+lee también:
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, que se inspira en la historia real de la operación que llevó a cabo el FBI para hundir al empresario estadounidense de la industria automovilística John DeLorean (Lee Pace), en la California de los años ochenta.

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Cineuropa: Driven hace pensar en tu anterior película, El viaje. Presentas de nuevo a dos personajes totalmente diferentes que de algún modo se ven obligados a unirse. ¿Por qué te interesa tanto esta extraña dinámica?
Nick Hamm:
Lo sé [se ríe]. Las relaciones entre hombres son diferentes a las que se establecen entre mujeres, y a las de hombres y mujeres. En gran parte es por el poder : toda esa dinámica de “vamos a ver qué puedo hacer por ti y que puedes hacer tú por mi”. Especialmente cuando intervienen los negocios. Me fascinó lo desconocidos que eran estos tipos. En la película, Hoffman (el confidente) es un ser despreciable: mentiroso, estafador y una persona completamente horrible. DeLorean es un visionario increíble para algunos, y un charlatán para otros. Comparten algunos rasgos, así que la idea de verlos juntos me parecía interesante. Los dos están fingiendo siempre.

Y ambos lo hacen fatal. A Hoffman, interpretado por Jason Sudeikis, le encantaría ser un espía desalmado, pero fracasa en todo lo que hace.
Es un idiota; en realidad no es bueno en nada. El abogado de DeLorean lo conocía antes de que todo ocurriera porque, diez años atrás, había representado a los miembros de la mafia en Los Ángeles, y entre esos tíos se encontraba Hoffman. Por eso fichas a alguien como Jason, que es un actor muy querido: si tienes a un estafador encantador, el público disfrutará con él. Me gustaba su incompetencia como confidente porque toda esa idea de los superespías es un completo sinsentido. Con DeLorean fue un poco diferente: quería a alguien al estilo del viejo Hollywood, con un toque a lo Rock Hudson.

Pero su encanto es pasajero. No tardas mucho en enseñar cómo hace trampas jugando al ajedrez, por ejemplo.
Los dos hacían trampas. Si diriges una empresa multimillonaria, y piensas que puedes salvarla montando un negocio de contrabando de cocaína, debes de que estar bastante loco, ¿no crees? Eso es lo que de verdad me atrajo de la historia. ¿Cómo llega un hombre a ese punto? Especialmente alguien tan reconocible como DeLorean, ¡porque el tío salía en la tele! Ahí hay cierta ceguera que resulta muy interesante. Es lo que el poder empuja a hacer, y vivimos en un mundo que da prueba de ello; escuchamos a los idiotas porque nos divierten.

¿Fue un problema que decidieras hablar de personas reales otra vez?
Uno de nuestros financiadores conocía muy bien a DeLorean. Al final de su vida, acudió a él para decirle: “Estoy intentando fabricar otro coche”. No le dio financiación para el coche, pero mostró interés por los derechos de la historia de su vida. Eso fue hace 30 años. DeLorean no sabía que Hoffman trabajaba para el FBI, aunque tenían una relación social y sus hijos jugaban juntos. No estoy seguro de si de verdad eran amigos; yo los hice amigos. Pero, ¿fue Hoffman el responsable de empezar con el negocio de la cocaína? Sí. ¿Tuvieron lugar esas conversaciones? Sí. Leí mucho acerca de toda la historia y me reuní con toda clase de gente, pero no con la familia. Nunca le pides permiso a alguien para hacer una película así, jamás. Hablas con ellos después. Para El viaje tampoco le pregunté al IRA. Hubieran dicho que no.

He oído que te criaste en el lugar donde se construyó la fábrica DeLorean. No duró demasiado, ¿verdad?
Sí, en Belfast. La pusieron allí porque buscaban el dinero del gobierno británico. Les dieron trabajo a católicos y protestantes desempleados, y querían demostrar que podían crear una verdadera industria. Solo estuvieron dos o tres años antes de que todo se desmoronara. Cuando ya estaba cerrando, DeLorean intentó montar el negocio de la cocaína para mantenerla en funcionamiento.

Cuando te centras en un periodo tan extravagante, siempre corres el peligro de que el vestuario termine tomando el control de las personas, en lugar de que esas personas lo hagan suyo. ¿Cómo intentaste evitar esto?
Pienso que lo conseguimos,  ya que nos basamos más en el personaje. ¡Y en realidad la gente iba por ahí con esas pintas! Pasó antes del sida, justo después de los sesenta: una época en el que todo el mundo se volvió un poco loco y en la que la cocaína era la droga preferida. Este coche también fue parte de esa cultura. Todos los solteros querían conducir uno. Pero no estaba muy bien fabricado, así que el momento de la película en el que Johnny Carson llama para quejarse ocurrió de verdad. Llegó un momento en el que DeLorean se quedó sin recursos. Respetamos la historia, pero quería que la película fuera ligera; quería disfrutarla.

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(Traducción del inglés por Marina García Gómez)

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