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F.J. Ossang • Director

"Nadie escapa de la época en que vivimos, y esa fatalidad lo rige todo"

por 

- LOCARNO 2017 : El ganador del premio a mejor dirección en Locarno, el cineasta, poeta y músico punk F.J. Ossang, habla sobre 9 dedos

F.J. Ossang • Director
(© Locarno Festival / Sailas Vanetti)

F.J. Ossang, cineasta, poeta y músico punk, nos habla sobre 9 dedos [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: F.J. Ossang
ficha de la película
]
, una película que nos lleva de un Melville al otro (de Jean-Pierre a Hermann), de una búsqueda jadeante a una espera febril como una temporada en el infierno, en un misterioso navío errante cargado de palabras y de una substancia tóxica, en un viaje tan fílmico como literario en el que el espacio-tiempo parece curvarse. El francés fue nombrado mejor director en el Festival de Locarno.

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Cineuropa: ¿Cómo describirías el viaje al que nos invita tu film?
F.J. Ossang
: Hay tres tiempos en la película. En la primera parte, se trata verdaderamente de una película noir, melvilliana, por decirlo de algún modo. Nada pasa como estaba previsto, de manera que los personajes se ven obligados a darse a la fuga a bordo de un carguero que transporta una materia tan volátil como mortífera, pero muy ligera; y ciertamente, el océano es el espacio que más escapa a nuestro control. Así pues, embarcan como polizones en un portacontenedores. El segundo acto es más un film de aventuras marítimas, y luego la tercera parte se convierte más o menos en la historia de un barco fantasma, con la evacuación como horizonte final.

La película crepita, no solo visualmente sino también con referencias tanto cinematográficas como literarias.
En todas mis películas hay siempre barcos fantasmas, buques a la deriva, pero fuera de campo; por eso, en esta película, que podría ser la última que haga, he decidido filmar este barco. Sabía que sería un proyecto muy complicado, porque la economía marítima, que está completamente globalizada, no es muy compatible con la del cine, pero en definitiva yo estaba absolutamente obsesionado con la idea de un regreso a los orígenes, a la infancia, pues siempre me han obsesionado grandes libros como El buque fantasma, del capitán Marryat, u otros de Edgar Poe, Lautréamont o Conrad, que encierran un verdadero potencial.

El relato de aventuras es, para los occidentales, una especie de relato de iniciación; esto lo he aprovechado para hacer una película de aventuras marítima, pero que también es un poco minimalista, porque, en definitiva, los barcos se identifican con el infierno: es un espacio aislado y muy pequeño en el que hay ruido y olores, y fuera de él, encontramos una inmensidad en la que no podemos sino delirar, porque es el vacío.

Reunir en el mismo barco a toda una Europa en decadencia es un dispositivo muy cinematográfico. Recuerda a un cierto Godard, a Marienbad, a Una película hablada de Oliveira...
Sí, esta cinta es como un gran hotel cuyos muros se hunden en el mar; eso me decía a mí mismo cuando pensaba en películas que había visto una y otra vez. Otra sería El resplandor, que se ambienta íntegramente en un gran hotel abandonado. La decadencia, el declive, están ciertamente muy presentes en 9 dedos. Además, la película se refiere mucho a Zeitgeist: nadie escapa de la época en que vivimos, y esa fatalidad lo rige todo.

Al mismo tiempo, la película, que parece situarse en un no espacio, también se sitúa fuera del tiempo. Parece evocar a Antoine Blondin, que calificaba la novela de Gracq El mar de las Sirtes como "un compendio impreciso de historia y geografía, a la manera de las civilizaciones soñadoras". ¿Estás de acuerdo con esta descripción un poco borgesiana del universo de 9 Doigts, según la cual tu film sería una obra de arte total?
En efecto, me gusta mucho Gracq, y Buzzati. Además, Gracq hablaba muy bien sobre el cine: hizo un prefacio magnífico de Nosferatu... El cine que más me ha marcado, o más exactamente, el cine que verdaderamente ha penetrado en mi cerebro, por decirlo de alguna manera (como ya hicieran poetas como Trakl, Artaud o Céline), es en realidad el cine mudo, y más todavía el cine negro, sobre todo el cine negro americano, de serie B, digamos (y con la retrospectiva sobre Jacques Tourneur que celebra Locarno, estamos rodeados de este tipo de cine). Para mí, ahí están los auténticos clásicos. Por eso he filmado la película en blanco y negro y en 35 mm. Fue una decisión evidente, aunque dispusiera de recursos muy limitados. Por lo demás, incluso después de haber terminado la película, pienso que trabajar en digital no habría sumado nada, solo habría restado.

Por otro lado, es evidente que tratamos cualquier tema de manera diferente según la época en que vivamos. La Edad Media se aborda de manera diferente en el siglo XVI o en el XX, aunque se esté contando la misma historia, porque tenemos diferentes representaciones de ella; pero eso no quiere decir que no podamos hablar de la Edad Media. Pase lo que pase, uno sigue perteneciendo a su época; uno escribe con sus propios recursos y filma con sus propios recursos.

En definitiva, nos apañamos con lo que tenemos. No hay que sobrestimar los recursos propios. Como siempre digo, el cine está más cerca de la arquitectura que del arte; solo al final acaba surgiendo un poco de arte, pero antes hay que lograr levantar un edificio, ladrillo a ladrillo, filmar y construir, y hacer que la ficción entre en ese edificio, con los recursos que tenemos (que en mi caso eran muy limitados), solo que todo eso es luz. Eso es lo que nos enseñan tanto el expresionismo como el cine negro americano.

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(Traducción del francés)

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