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Léa Mysius • Directora

“Quería una hibridación de géneros”

por 

- CANNES 2017: Entrevistamos a la prometedora cineasta francesa Léa Mysius, que ha presentado su primer largo, Ava, en competición en la Semana de la Crítica

Léa Mysius  • Directora
(© Alice Khol / Semaine de la Critique)

El 70º Festival de Cannes está yendo sobre ruedas para la joven francesa Léa Mysius, que ha coescrito el film inaugural de la Selección Oficial, Les Fantômes d’Ismael [+lee también:
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, de Arnaud Desplechin, y presentado en competición en la Semana de la Crítica su primer largo como realizadora, Ava [+lee también:
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, una película atmosférica y original que juega con varios géneros y anuncia a una cineasta muy prometedora con un estilo personal.

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Cineuropa: Ava es tu guion de fin de estudios en La Fémis. ¿Cuál fue el detonante de la génesis de esta historia?
Léa Mysius: Cambié el tema muy poco antes del plazo impuesto por la escuela, así que tuve que escribir el guion muy rápidamente; partí de la imagen de un perro que ya aparecía en uno de mis cortos, Les Oiseaux-tonnerre. Me imaginaba un perro negro, un poco extraño, famélico, que se pasea por una playa abarrotada y muy artificial. Quería mostrar esa mezcla entre lo salvaje y lo artificial. Esa era la primera imagen, y me imaginaba que el perro se acercaría hasta la heroína, que todavía no sabía quién iba a ser.

Mientras escribía este guion de fin de estudios, tuve migrañas oculares y me vi obligada a escribir a oscuras. Así fue cómo me planteé la cuestión de cómo sería quedarme ciega. Entonces me interesé por la retinitis pigmentaria, una enfermedad degenerativa en la que el campo visual se limita a un círculo: todo se va contrayendo poco a poco hasta desaparecer. Las personas afectadas pierden primero la visión en situaciones poco luminosas, sobre todo de noche, y esta enfermedad puede sufrirse a cualquier edad, como a los 13 años en el caso de Ava.

Entonces, decidiste mezclar esa idea con la historia de una adolescente que quiere descubrir el amor y el deseo.
La enfermedad, el hecho de que ella se entere de que va a perder la vista antes de lo previsto, lo precipitará todo. Ava está en esa época de transición de la adolescencia, pero se ve forzada a ir más rápido que todos los demás, porque quiere ver las cosas antes de no poder ver nada más. Por otro lado, en un momento del film, dice que tiene miedo de no ver más que la fealdad. Así que quiere ver más. Además, ella es una chica a la que, al principio, le desagrada mucho el cuerpo. Es muy púdica, tiene un problema con su madre, que al contrario que ella se siente muy libre; Ava tiene un problema con la gente de la playa, porque se ve obligada a ir de vacaciones a un lugar en el que hay cuerpos por todas partes. Al quedarse ciega, tiene que aceptar poco a poco su cuerpo, desarrollar sus otros sentidos y convertirse en una mujer.

Háblanos de la otra línea temática del film, el encuentro entre Ava y el gitano con el nacimiento de un estado policial como telón de fondo.
Quería que el hecho de que ella perdiera la vista tuviera un lado metafórico, en el sentido de que el mundo se oscurece un poco a su alrededor, como sugiere el personaje de Matthias, que evoca “el fin de la civilización”. Pero esa línea viene también de que yo escribo para los lugares que conozco, y, en mi lugar de origen, el Frente Nacional obtuvo el 50 % de los votos en las elecciones legislativas de hace cinco años. Los gitanos son los extranjeros, y los lugareños son extremadamente racistas. Quería mostrar ese lado un poco liberticida de una sociedad en la que Ava, al elegir a alguien diferente, lleva a cabo ya un acto casi político; solo marchándose y viviendo una utopía junto a él puede experimentar verdaderamente la libertad.

El film se divide en dos partes diferenciadas: una vez que se aproximan el uno al otro y se consuma el amor, se da paso a una parte muy Bonnie and Clyde.
Quería una hibridación de los géneros, pasar poco a poco de un género a otro. Al principio, es muy naturalista, luego va deslizándose poco a poco hacia el cuento y acaba casi como un film de género. Era necesario que esto se diera de manera progresiva y que al final la película —como Ava, que está inmersa en una especie de fantasía, pues quiere ver cosas, entregarse al goce de la vida, al placer— se despojara del naturalismo, que se desprendiera de la realidad y permitiera también al espectador entregarse al placer.

El momento de la división de la pantalla es muy lúdico y marca esa ruptura de tono.
Quería que los personajes se divirtieran y que la película permitiera a los espectadores divertirse un poco, porque se trata de la historia de una chica que va a perder la vista, es un film sobre la vida y el deseo. A medida que va perdiendo la vista, descubre su cuerpo y el deseo, se abre, confía en los otros. Hay juego y hay amor, porque Ava es una película de amor.

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(Traducción del francés)

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