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Gabe Klinger • Director

“Las mejores películas románticas en el cine pasan en Europa”

por 

- El director Gabe Klinger lleva su primera obra de ficción, Porto, una iluminadísima muestra de cine y amor y amor al cine, al Festival de Londres

Gabe Klinger • Director
Gabe Klinger, en el pasado Festival de San Sebastián (© Lorenzo Pascasio)

Tras haberla presentado mundialmente en la sección Nuev@s Director@s de San Sebastián, el director brasileño afincado en Estados Unidos Gabe Klinger proyecta Porto [+lee también:
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, su primera incursión en la ficción, en la competición de óperas primas el 60° Festival de Londres. Hemos charlado sobre la película con él. 

Cineuropa: ¿Por qué has elegido Europa para hacer tu primera ficción?
Gabe Klinger:
Creo que las mejores películas románticas en el cine pasan en Europa. Pero ya se había utilizado mucho Londres y París, y yo nunca había visto una en Oporto aparte de las de Manoel de Oliveira. Me gustó mucho la posibilidad de pensar en dos personajes y la vida que tendrían en este lugar, basándolo en cosas abstractas como la luz del lugar, los ángulos visuales de las calles... Oporto es un poco una ciudad perdida en el tiempo y, para hablar de dos personajes que también están perdidos en él, funciona.

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Tus decisiones formales son muy curiosas. Los cambios de formato para los recuerdos y para el presente, el súper 8... ¿Qué hay detrás de ellos?
En la película el estilo está muy presente, y para mí la llave para entender los distintos tiempos es el formato. Yo creo que los 35mm, los 16mm, el súper 8… todos comunican algo particular: las ideas en mente solo se pueden transmitir a través del formato. Incluso para las imágenes en súper 8, salía yo mismo a la calle con Anton (Yelchin) y Lucie (Lucas) y rodábamos sin el equipo. Estas ideas narrativas canalizan las emociones de los personajes, y permiten también revivir la memoria y los recuerdos a través del cine. Y, sobre el formato cuadrado para el presente, y el panorámico para el pasado, quizá sea verdad que a veces revivimos ciertas cosas de nuestras vidas en nuestra memoria dándole un toque como más cinematográfico, más glamuroso…

¿Y las decisiones musicales?
Incluimos Shake It Baby de John Lee Hooker, una canción que Godard quiso poner en el famoso baile en la cafetería en Banda aparte, y que no pudo por no tener dinero para pagarla. Tuvimos la suerte de poder hacerlo nosotros ¡y conseguir lo que Godard imaginó! Y también hay canciones de Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou, una monja etíope que grababa composiciones de jazz al piano en los años 60 y 70. Nuestro supervisor musical Daniel Vila me enseñó su música, que introducimos durante el montaje, y que cuadraba de manera tan bella con el tono de la película que nunca consideramos otra banda sonora.

Y sobre el fondo, ¿qué te interesaba contar sobre el amor para hacer esta película?
Cuando empiezas a reflexionar sobre tus experiencias amorosas tienes sentimientos agridulces, melancólicos, sobre lo que podían haber sido estas relaciones. Incluso hoy en día ves a tus ex parejas siguiendo con sus vidas, a través de las redes sociales, pero no quería marcar el tiempo de esa manera. No hace falta ver una foto de tu ex novia en Facebook para acordarse de ella, es suficiente ver una planta, una flor, sentir el olor de algo para volver al momento. La película es un poco una reflexión sobre las experiencias que se tienen, cómo nos cambian con el paso del tiempo y cómo siguen influyendo en nuestro presente.

En el proyecto estuvo involucrada gente tan importante como Jim Jarmusch y Chantal Akerman, aunque al final se haya quedado fuera. ¿Cómo lo conseguiste?
Necesitaba a alguien que nos proporcionara un sello para el proyecto. Desde el principio tenía a Anton en el papel principal y a Jim como productor, a través de un amigo en común. Se involucraron en todo, vieron diferentes versiones del guion, con ellos siempre había algo para hablar y reflexionar. Y en cuanto a Chantal, siempre me gustó mucho su voz, y desde mi primer encuentro con ella nos entendimos bien. Quería intentar algo con ella, como homenaje a su cine, porque creo que mis películas tienen algo de ella. Acabó aceptando mi propuesta, y grabamos pasajes de un poema de Fernando Pessoa. Al final empezamos a jugar con su voz en off en el montaje, encajaba en algunas partes pero en otras no. Y cuando Anton murió, después de que Chantal ya hubiese fallecido, me pareció demasiado peso para la película, incluso un poco morboso. Entonces quité la voz de Chantal completamente, fue una decisión impulsiva y dolorosa; pero para mí todavía está ahí, cuando veo la película imagino su voz. De hecho, vamos a hacer con ella una instalación de sonido con el Centro de Artes Plásticas de Francia y creo que este año o el año que viene va a ser exhibido en varios museos.

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